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Chelsea 1 – Madrid 3. El beduino.

El Madrid es yonki de Benzema. Si el beduino no puede citarse con el desierto, como ocurrió contra el Barcelona, el equipo se cuartea. Si el beduino aparece en el crepúsculo de la eliminatoria, como contra el PSG, el equipo se salva. Si el beduino madruga para cocinar sus pócimas, como ayer contra el Chelsea, el equipo fluye torrencial. Karim Benzema se ha convertido en un jugador tan determinante que de sus interpretaciones dependen todos los estados de ánimo de su club: el arrebato, la depresión, la euforia, lo que esté por venir. El camello del futbolista más seductor del momento se bebió la tormenta de Londres.

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Su primer truco fue un pase de tacón que fosilizó a dos defensas del Chelsea para lanzar a Fede Valverde. El uruguayo entró en el XI para compensar la energía del Chelsea que el año pasado devoró al Madrid y, como casi siempre que interviene, surtió efecto. Toda la temporada lleva Ancelotti debatiéndose entre Asensio y Rodrygo por no desarmar su 4-3-3, pero puede que el partido de ayer le convenza del oxígeno uruguayo sobre el fetichismo del sistema. La jugada creada en el laboratorio de Benzema y desarrollada por la ingeniería de caminos de Valverde acabó en un Vinicius que, dudando entre su antigua versión y la nueva, mandó el balón al larguero. El taconazo fue el felpudo de un trance goleador similar al que Karim vivió contra el París Saint Germain.

Los últimos años de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid, en los que alcanzó las cotas más altas de trascendencia en las eliminatorias, coincidieron con las de su bajón en la influencia del juego. Cristiano se aisló como un eremita del gol para abrazarlo en su totalidad. No es así Benzema, activo en la generación y en la finalización, fuente y saeta. El primer tanto a los 21 minutos lo resume. El 9 alarga con el exterior la pared de Vinicus en tres cuartos y luego acelera para llegar al remate limpio. El centro no le pilla a contrapié y reinvierte la fuerza de su carrera y del pase de Vinicius en un cabezazo lejano y violento. Benzema, principio y fin, compañeros mediante. Casi siempre Vinicius mediante.

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El siguiente gol, casi inmediato, fue también obra del cráneo de diamantes de Benzema. Esta vez acompasando el paso hacia atrás para amortiguar con la frente un balón de Modric. Suavecito y pegadito al palo, más acorde con sus facturas finas, aupaba el segundo al marcador y abría los brazos de nuevo en su celebración. El 0 a 2 antes de los 25 minutos puede interpretarse como otro advenimiento del Madrid en Champions, sobre todo vista su impotencia reciente contra PSG y Barcelona y pasada contra el propio Chelsea. Es tradición religiosa y es poder pagar a los mejores que, como Benzema anoche, certifican lo previsto e imaginan lo imprevisto.

El segundo gol había llegado de un centro corto de Modric, acción que cada vez se ve más a menudo en los terrenos de juego. Los centros clásicos desde la línea de banda se van reduciendo a contragolpes mientras que, si la jugada es pausada, el lateral o el extremo suelen optar por ceder atrás al interior o mediocentro, que es el que busca el pase al área. La jugada tiene la lógica de maximizar la delicadeza en el pase de los mediocampistas y de provocar la salida de la línea defensiva con el pase atrás del extremo para el ataque al espacio del delantero, del extremo contrario o de quién pueda llegar de segunda línea. Así encontró Modric a Benzema y así geolocalizó Jorginho a Havertz, que arremetió contra Courtois para el 1-2. Recuperaba la ambición el Chelsea cuando Benzema (esta vez no) erró una contra cantada. Jorginho le ponía el gol en bandeja con una intercepción fallida y Jorginho se lo quitaba desestabilizándolo en el momento de la ejecución.

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A la vuelta del descanso, Karim sumó otras piernas temblorosas de arqueros a su cuenta de Champions. El delantero inofensivo de otros tiempos hoy hace sufrir a los porteros incluso cuando no tiene el balón en su poder. Como Karius, Ulreich y Donnarumma, Mendy también se turbó en una acción básica ante la presión de Benzema y acabó regalándole el 1 a 3.

Cuando a Tuchel le preguntaron al final del partido si la eliminatoria estaba abierta, respondió con un rotundo “No”. Pero es cierto que tanto él, cambiando el sistema y dando entrada a Kovacic, Ziyech y Lukaku, como sus jugadores, intentaron llegar con opciones al Bernabéu. “Tenemos que redescubrir nuestro nivel, pero no sé dónde está desde el parón”. El Chelsea no ha llegado al ritmo abrasador del año pasado, pero sigue siendo un equipo inteligente y con recursos. Disparos lejanos de Azpilicueta y Mount estuvieron cerca de la escuadra izquierda de Courtois, que voló espectacular para palmear el primero y ver de cerca el desatino del segundo. Lukaku, ese 9 lejos de su hogar que está en la dinámica opuesta a Benzema, mandó fuera un cabezazo sin centrales a 3 metros a la redonda. Sin embargo, su poderosa presencia condiciona toda una manera de jugar y su influencia en el ataque londinense fue indirectamente positiva. Cuando Lukaku ingresó al campo, Casemiro se metió de tercer central para competir en robustez con el ex del Inter. Entonces un gran agujero se abrió en el lugar dónde ha habitado Casemiro los últimos siete años: detrás de Modric y Kroos. Ante la ausencia del brasileño y los bajones físicos del croata y el alemán (que Ancelotti trató de minimizar metiendo a Camavinga por Toni), el Chelsea comenzó a tramar a la espalda de los mediocampistas blancos. Havertz y James leyeron el boquete y chutaron desde ahí, aunque parcos de veneno. Tuvo Ziyech la última ante otra dejada de Lukaku, pero buena parte de las esperanzas del Chelsea se escurrieron en la lluvia de Londres con ese disparo que evitó a Courtois y a la red.

El Real Madrid acabó soportando al Chelsea con el 5-5-0 del Cholo frente al City. Ahí Carvajal rindió por las dudas, Mendy por la fuerza, Militao por costumbre y Alaba por si acaso. Nacho tendrá que sustituir en el partido de vuelta al central brasileño, lesionado y amonestado. Una baja que en otras circunstancias parecería trascendental, pero después del achatamiento de la montaña azul por parte de Benzema todo parece más sencillo. De la capacidad de Karim para sostenerse en lo extraordinario dependerá la duración de la estancia del Real Madrid en esta Champions 21/22. Porque cuando el desierto o la tormenta aprieten y el ánimo vacile todos buscarán, en la línea hirviendo o empapada del horizonte, la inmensa figura barbada del beduino.

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